Haciendo una búsqueda rápida en Google sobre los piratas más famosos de la historia, prácticamente solo nos topamos con nombres de hombres. Ni rastro de Ching Shih, y eso que fue la encargada de dirigir la tripulación pirata más grande jamás reunida. Hizo historia de manera espectacular, pero hoy poco o nada se sabe de ella.
Esta dama pirata es también conocida en las fuentes oficiales chinas como Madame Cheng y Cheng I Sao, o lo que es lo mismo, esposa de Cheng. Ese era el nombre del reputado capitán pirata chino con el que se casó en 1801. Para ese momento él todavía no sabía que esta gran mujer, a la que conoció cuando ella ejercía como prostituta, elevaría el éxito de su carrera a niveles insospechados. Pero Ching Shih accedió al matrimonio con una condición: que ella compartiera igualmente su poder y se le diera la oportunidad de ayudarlo a conseguir más riqueza.
Una auténtica visionaria
Al comandante le pareció un buen trato, y durante los siguientes seis años, marido y mujer se unieron para hacer crecer su negocio de piratería a lo largo de la costa del Mar de China Meridional, en lo que hoy sería el mar de Malasia. Durante los seis años siguientes, los 400 barcos de los que estaba formada la flota del capitán Cheng pasaron a convertirse, gracias a la inteligencia de Ching Shih y a las múltiples alianzas que llevaron a cabo, en un auténtico ejército de 1.500 naves.
La pareja diseñó un plan perfecto que consistía en unir a todos los piratas de la zona en una especie de consorcio, eliminando así a la competencia y optimizando los beneficios. Aquel ejército no tenía rival, pero en 1807 Cheng I moría a los 42 años. Según relata Jorge Luis Borges, en su Historia Universal de la Infamia, el pirata esposo de Ching Shih fue envenenado con un plato de orugas cocidas con arroz. Otras fuentes afirman que perdió la vida en un naufragio provocado por un tsunami mientras navegaba a lo largo de la costa de Vietnam.
A la muerte de su marido, Ching Shih se hizo con los mandos de la flota más grande de piratas
Fuera como fuese, lo cierto es que Shih, lejos de hacerse a un lado como la viuda «adecuada» que se podía esperar de ella, no dudó en tomar las riendas del gran ejército rápidamente.
Ching Shih, toda una mujer de negocios
Ching Shih era totalmente consciente de que, tras la muerte de su esposo, su condición de mujer la hacía más vulnerable. Por eso, uno de sus primeros movimientos como líder fue casarse con Chang Pao, segundo al mando de su anterior esposo, al que convirtió en capitán oficial de la flota. De esta forma conseguía no enemistarse con las tripulaciones, ya que las tropas de piratas consideraban a Chang Pao como el legítimo heredero de aquel imperio.

De esta manera, Ching Shih podría concentrar su atención en los negocios, la estrategia militar y la enorme tarea de gobernar a una tropa tan inmensa. Y es que, en los años que siguieron a la muerte de su esposo, Shih continuó haciendo su flota más y más numerosa.
De hecho, Ching Shih acabó siendo responsable de casi toda la piratería en la región y su flota excedía el tamaño de las armadas de muchos países. En el apogeo de su poder, Ching Shih llegó a disponer de un ejercito de más de 80.000 hombres y mujeres y unos 2.000 barcos divididos en seis flotas: roja, verde, amarilla, violeta y la negra.
También amplió el alcance del negocio, pasando de simples trabajos de ataque y saqueo a esquemas de protección, chantaje y extorsión. El alcance de la estrategia de Shih transcendía más allá del campo de batalla, estableciendo una extensa red de espías por toda la región y estrechando lazos económicos con agricultores que se encargaban de alimentar a sus hombres allí donde fueran.
Consiguió tantos ingresos con el comercio que tuvo que establecer una red de oficinas financieras en tierra
Fue la reina de las relaciones comerciales. De los 270 barcos de propiedad del gobierno chino atracados en Tien-Pai, 266 cayeron bajo su control. Al exigir el patrocinio regular de los comerciantes de vela, los marineros de Ching Shih se beneficiaron del lucrativo comercio de sal de Cantón. De hecho, consiguieron tantos ingresos en su dominio que Shih consideró necesario establecer una red de oficinas financieras en tierra.
Creadora de una estricta ley pirata
Pero Shih no solo demostró ser una revolucionaria por las técnicas de combate y las practicas comerciales que aplicó. Ella implementó la que se considera la ley pirata más estricta y revolucionaria: un nuevo código de conducta, mucho más estricto, diseñado para dirigir con mano de hierro su propio imperio marítimo.

Según las nuevas reglas, los piratas de sus flotas serían decapitados si robaban bienes del fondo comunal con el que contaban, destinado a beneficiar a todos. A los desertores se les cortaba una oreja y violar a una mujer cautiva se castigaba con la ejecución. Asimismo, si un hombre bajaba a tierra firme por su cuenta, se le perforaban las orejas en presencia de toda la flota. En el caso de ser reincidente, se le daba muerte.
Ching Shih nunca fue derrotada
El aumento de su actividad e influencia sin dudas atrajo todas las atenciones de las autoridades chinas, que estaban especialmente furiosas por que una mujer estuviera poniendo en jaque a todo su Imperio. Ante la imposibilidad de capturarla, en 1810, el gobierno chino optó una estrategia diferente, ofreciéndole una amnistía pirata universal a cambio de la paz.
Las autoridades chinas estaban especialmente furiosas por que una mujer estuviera poniendo en jaque a todo su Imperio
Shih aprovechó la oportunidad y se dirigió a la mesa de negociaciones. Su comportamiento fue implacable. Para alguien que en su código de conducta tenía establecido que los desertores debían ser castigados cortándoles cabeza, solo había una manera de retirarse dignamente: el indulto debía ser para todos. La reina pirata consiguió un acuerdo histórico.
Menos de 400 de sus hombres recibieron algún tipo de castigo y tan solo 126 fueron ejecutados. El resto de piratas pudo quedarse con su botín y se les ofreció trabajos militares. Además, pudo conservar entre 20 y 30 de sus embarcaciones para poder seguir desarrollando actividades comerciales y hasta recibió un nombramiento en las fuerzas marítimas chinas.
Ching Shih murió en 1844 a la edad de 69 años. Es una de las pocas líderes piratas conocidas que pudo retirarse pacíficamente de la piratería para vivir tranquilamente el resto de sus días. En este vídeo se hace un excelente repaso de su vida:
Te animo a que contribuyas a dar luz a esta historia, para que nunca más mujeres con grandes legados sigan condenadas a permanecer en la sombra. Infinitas gracias por leerme.